Sociedad de mierda
Cuanto más cerca de la gente estoy, más seguro estoy de querer vivir alejado de los humanos. Cuanta más gente conozco, más consciente soy de lo difícil que es encontrar una persona con la que valga la pena interactuar. Vivimos en una sociedad de mierda donde la falta de respeto es norma, la hipocresía es la via por defecto del diálogo y el egocentrismo ha pasado a ser la forma de vida de muchos.
Vivimos en un mundo donde todos nos creemos especiales, protagonistas de una película en que los actores secundarios deben ayudarte a triunfar, donde tus problemas son los más importantes, tus opiniones las más relevantes, tu manera de hacer las cosas es la mejor. Ten por seguro que tus compañeros en este largometraje entienden que, aunque los conflictos a los que se enfrentan son muy similares a los que te enfrentas tu, los tuyos siempre tienen un agravante adicional y por lo tanto son prioritarios o más meritorios de superar. O igual es que no te quieres dar cuenta que todos somos protagonistas de nuestras vidas y no los extras de una película sobre tu vida de mierda, imbécil.
Desde pequeño nos quieren enseñar lo que es el respeto, el trabajo en equipo, el valor de la información. Pero lo que lamentablemente aprendemos la mayoría en clase es que para algunos el respeto es algo que se consigue con violencia, que copiar tiene más mérito que cooperar y que ser inteligente o tratar de divertirse aprendiendo es algo mal visto y se debe marginar. Pero no es culpa de los jóvenes, es culpa de los padres. Si en lugar de enseñarle a tu hija/o que debe saludar al entrar a un sitio, que molestar a los demás es algo malo y que aprender cosas nuevas es útil, si en lugar de educar a tu hija/o y enseñarle a pensar por si mismo le das un smartphone o una tablet para ver si deja de dar por el culo un rato, no solo estas fomentando que tu hija/o adopte todos los rasgos negativos y falta de valores de una sociedad tóxica, sino que además eres un imbécil.
Tenemos aceptadas en la RAE palabras tan horribles como almóndiga, asín o toballa usadas a diario por miles de personas, y nos cuesta usar algo tan básico como la empatía o el respeto. A todos nos gusta que nos dejen pasar por un paso de peatones, sin embargo cuando vas con el coche aceleras para pasar antes de que cruce alguien y tener que pararte. A todos nos gusta que nos escuchen cuando hablamos, sin embargo cuando a ti no te importa la conversación no dudas en desconectar mirando el móvil. A todos nos gusta que respeten el volumen de la música ajena, sobretodo cuando no corresponde con tu gusto musical, pero no dudas en poner la tuya a todo trapo sin importarte el descanso del resto. Te falta empatía, te falta respeto y además eres imbécil.
Hace unos años en el trabajo iba con mi jefe a por un café, como cada mañana. Pasamos por delante de los compañeros de siempre, a los que siempre saludábamos y ninguno devolvía el saludo. Aquel día yo no dije nada pero mi jefe como de costumbre saludó, aunque tampoco obtuvo respuesta. Cuando le pregunté si merecía la pena gastar saliva por gente a la que no se digna ni a devolverte un saludo me contestó: "Yo sé que es de buena educación saludar, y su falta de modales no debería nunca afectar a los míos". Fue una buena lección, y no solo en el sentido que debes ser educado y respetuoso siempre, sino que tus valores y buena intención no debería verse alterados por la reacción de cuatro ingratos. Y es por eso que hoy por hoy aunque me ignores, aunque me gires la cabeza al verme, aunque no te importe en absoluto, te voy a seguir saludando. Aún sabiendo que eres imbécil.
Somos una sociedad tóxica, intolerante, egocéntrica, ignorante, maleducada y violenta, y lo peor de todo es que lo hemos normalizado de tal manera que si alguien se queja le decimos que no es para tanto. Quizá soy yo quien no encaja y se debe marginar. Quizá soy yo el que no sabe que los jóvenes se educan solos con un smartphone y falta de cariño. Quizá mi empatía y respeto no tienen cabida en esta sociedad. Quizá es correcto que no se me salude. Quizá el imbécil sea yo, por intentar vivir en sociedad.